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El renacer de los arrecifes olvidados: descubrimientos sobre las ostras que una vez poblaron las costas de Europa

Seis generaciones atrás, los mares de Europa estaban repletos de arrecifes de ostras. Estas criaturas, que solían encontrarse en millones, formaban sistemas de arrecifes que se extendían por cientos de kilómetros cuadrados. Sin embargo, hoy en día, estos arrecifes han desaparecido, llevándose consigo nuestra comprensión colectiva de cómo era el mar en tiempos pasados.

Una tradición perdida

A lo largo del siglo XIX, cada agosto se celebraba el Día de las Ostras, cuando las animadas calles de Londres estaban llenas de puestos que vendían estos moluscos. Niños construían grutas con las conchas y pedían monedas a los transeúntes con el grito de «¡Recuerda la gruta!». Esta tradición cultural, junto con los arrecifes que la sustentaban, se ha desvanecido en el olvido.

Las ostras planas europeas (Ostrea edulis) ocupan un lugar notable en nuestra historia. Escritos de la antigua Roma mencionan granjas de ostras en la costa de Italia y el comercio de ostras que llegaba hasta Escocia. Este bivalvo no solo era apreciado por la aristocracia, sino que también proporcionaba una fuente de proteína vital para las clases más pobres, inspirando festivales, poemas y obras de arte.

El declive de las ostras

El aumento de la demanda de ostras durante la revolución industrial llevó a una expansión de la pesca, donde se recolectaron ostras de áreas cada vez más alejadas para abastecer al creciente mercado urbano. Ostras jóvenes eran intercambiadas internacionalmente para sostener pesquerías en declive cerca de grandes ciudades, generando la falsa percepción de que la oferta era estable. Nuevos bancos de ostras eran erradicados en cuestión de semanas.

Ya en el siglo XIX, pescadores y autoridades gubernamentales se mostraban preocupados por el descenso de las poblaciones de ostras. Un siglo después, las poblaciones silvestres habían colapsado, y hoy en día, las ostras europeas son difíciles de encontrar fuera de restaurantes de alta gama. Las conchas desgastadas que a veces se encuentran en las playas suelen tener cientos o incluso miles de años, representando un eco distante de los arrecifes que una vez existieron bajo las olas.

La pérdida de hábitat

La drástica disminución de las capturas de ostras es bien conocida. Por ejemplo, en la costa este de Escocia, cerca de Edimburgo, se capturaban más de 30 millones de ostras al año en la década de 1830. Sin embargo, solo 50 años después, esas cifras habían caído a menos de 300,000 anuales, y en la década de 1950, las ostras fueron declaradas extintas localmente. Esta tendencia se repitió a lo largo de las costas de Europa, y hoy en día, solo quedan unas pocas pesquerías silvestres.

Menos reconocida es la enorme pérdida de hábitat de ostras que acompañó a estos declives. El fondo marino de Europa está dominado por arenas y lodos móviles, intercalados con rocas cubiertas de algas y parches ocasionales de pastos marinos. Resulta difícil imaginar que cientos de kilómetros cuadrados estaban cubiertos por grandes arrecifes de conchas compuestos por millones de ostras vivas y muertas, emergiendo verticalmente del lecho marino.

Un esfuerzo por la restauración

Hoy en día, no se conocen agregaciones nativas de ostras en Europa más grandes que una décima de hectárea, y la mayoría de las poblaciones silvestres existen a densidades inferiores a una ostra por metro cuadrado. El ecosistema complejo y diverso creado por las ostras constructoras de arrecifes ha colapsado, según la reciente evaluación que hemos presentado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

La desaparición de grandes estructuras de arrecifes de ostras ha tenido enormes ramificaciones para la biodiversidad, la protección de las costas, la filtración de agua y la estabilización de sedimentos. Afortunadamente, las comunidades costeras de Europa están cada vez más involucradas en el esfuerzo por restaurar las ostras nativas a gran escala. Esto típicamente implica reintroducir ostras y colocar conchas para que las larvas de ostras restantes se asienten. En otras regiones donde los arrecifes de ostras han sido restaurados, la recuperación del hábitat ha restaurado los beneficios de ecosistemas vibrantes que alguna vez existieron.

Un futuro prometedor para los arrecifes de ostras

Es crucial redescubrir que los arrecifes de ostras fueron una característica dominante de los hábitats del lecho marino europeo. Sabemos que las definiciones modernas de hábitats saludables de ostras, que citan más de cinco ostras por metro cuadrado y arrecifes de solo unos pocos metros de ancho, reflejan un estado empobrecido. Aunque estos parches remanentes son importantes y necesitan protección, nuestros hallazgos históricos deberían instarnos a ser más ambiciosos en la restauración del fondo marino.

Aún tenemos un largo camino por recorrer para alcanzar mares saludables, pero también tenemos un plano para un futuro más brillante. Los arrecifes de ostras nativas que alguna vez fueron una característica dominante de los hábitats del lecho marino europeo podrían volver a serlo.

Recuerda la gruta, no solo como un eco del pasado, sino como un símbolo de lo que podría ser el futuro en nuestros océanos.


Este artículo fue redactado en colaboración con cajuarizona.com

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